Señores, psicóloga no soy, pero si de algo se aprende es de
la experiencia.
A lo largo de los años aprendemos de nuestra familia y de la
sociedad ciertos valores que conjuntamente vienen a decir que la vida es
sacrificio, quien algo quiere, algo le cuesta; pero ¿Cuántos debería o tendría
os habéis repetido a lo largo de vuestra existencia?
Tranquilos, el problema no es vuestro. Se remonta a la
educación que hemos recibido, que mejor o peor daña a lo único de lo que se nos
ha dotado a los seres humanos, el conocimiento, la razón.
De acuerdo a esto hay dos tipos de personas. Dependientes e
independientes. No, no depende de la economía de cada uno ni de cuándo estamos
preparados para emigrar del nido, aunque también.
Las personas dependientes son las que siguen los patrones de
vida estimados por su familia o por la sociedad, lo que se espera de nuestra
existencia. Yo lo llamo nacer, crecer, trabajar e independizarse, reproducirse
y morir.
Sin embargo las personas autodependientes son las que van más
allá. Han seguido un patrón y han alcanzado lo que se espera de ellos hasta
cierto punto pero han aprendido quién son realmente y qué quieren, no lo que
quieren para ellos. No se conforman, quieren más. Se hacen preguntas y
diferencian un antes y un después en la sociedad.
Desde que nacemos aprendemos de lo que vemos en nuestro
entorno y a medida que vamos creciendo nos acostumbramos al estilo de vida que
nos han proporcionado y desarrollamos nuestra personalidad; y si bien hay
entornos o estilos de vida como habitantes en La Tierra también hay
personalidades de acuerdo a cada uno, así cada persona es única porque hay una
situación que lo diferencia.
Ahora bien, no todo es lo que uno aprende, también está lo
que uno es independientemente de lo demás. Somos auténticos,y tenemos que averiguar qué es lo que nos hace serlo.
De esta manera las personas dependientes crezcan en el
ámbito que sea son personas altamente influenciadas por el contexto familiar
que buscan agradar a sus parientes y a las personas queridas con sus actos y
que se quedan con lo que su familia cree que es bueno para ellos. Con
frecuencia actúan para hacer lo que creen que está bien por lo que han
aprendido sea bueno o malo y obtienen su bienestar de las consecuencias de sus
actos, pero no suelen pensar en lo que realmente quieren. Si las consecuencias
son buenas se alegran pero sino no suele ser así. Son indecisas e inseguras y
suelen preocuparse más de los demás, de hecho así le dan el poder de valorarse
a sí mismas al resto. Se rodean de situaciones y personas que se asemejen al
contexto que han vivido y que les hace sentir cómodos.
Las personas autodependientes son personas seguras de sí
mismas que no necesitan de la opinión de nadie para definirse o valorarse
porque ya saben cómo son y qué es lo que quieren, que no tiene por qué ser lo
que quieren para ellos. De esa forma la opinión de los demás puede ser
importante pero no va a hacer que cambie su opinión, porque saben que para
sentirse bien es necesario hacer lo que uno sienta en cada momento porque es la
única manera de no arrepentirse. Si la consecuencia es buena bien, si es mala
aprendes. Su contexto familiar bueno o malo les ha influido para salir adelante
y para conocerse a sí mismos y saber si eso es lo que quieren o no. Son
personas ambiciosas que luchan por ser mejores y hacer el mundo un lugar
diferente y digno.
Muchas veces hay un error en la educación que es
sobre proteger a los nuestros. Desde que somos muy pequeños no quieren que nos
caigamos, ensuciemos, lloremos o que tengamos miedo; nadie quiere que suframos,
cuando en la vida es necesario pasar por todo tipo de situaciones para que
sepamos elegir en cada momento qué es lo mejor.
Sin embargo, por desgracia como padres, en lugar de dejarnos
o enseñarnos que esas situaciones son normales sólo aprendemos de nuestros
actos, pues partir de los dos años cuando los niños tienen muchos cambios de
humor en los que no saben qué es lo que pasa los padres reaccionan premiando y
castigando la conducta sin ni siquiera saber qué es lo que sucede.
Así cuando maduramos pasamos por situaciones buenas o malas
en las que no sabemos cómo reaccionar porque no nos han enseñado y nos basamos
en la respuesta que obtenemos. A veces nos sentimos hasta culpables de sentir
lo que sentimos y buscamos soluciones para no sentirnos de esa manera generando
un conflicto personal o contextual.
No es lo único por herencia. Además durante gran parte de
nuestra vida buscamos un contexto similar en amistades y relaciones personales
basado en lo que hemos visto y vivido en nuestra infancia porque es a lo que
estamos acostumbrados. Buscamos a quien nos haga sentir como en casa, quien nos
facilite ser esas personas. Pero, ¿y si eso no es sano porque el entorno puede
no haberlo sido? ¿Y si resulta que llevamos toda la vida evitando ser quien
realmente somos por miedo a sufrir o a que los demás no aprueben nuestros
deseos?
Si algo ha cambiado es el modo de vida. Nuestros abuelos y
padres lo tuvieron difícil porque desde muy niños se vieron obligados a
trabajar para ayudar a sus familias a mantenerse y a partir de ahí ahorrar para
poder independizarse, tener un lugar donde vivir y una familia, nosotros.
Ellos han trabajado duro y gracias a ello, lo hemos tenido
todo y aun así lo vamos a tener más difícil que ellos. Empezamos a trabajar
cada vez más tarde y cotizamos todavía más tarde por los diferentes tipos de
contrato de trabajo, por tanto nuestros ahorros se ven reducidos. Cuando lo
conseguimos suele ser por una serie de años currando sin parar sin beneficiarnos
de lo que tanto nos ha costado ganar, eso viviendo en el nido.
Si ya pretendemos comprar una vivienda y/o tener una familia
el tiempo es mayor y mínimo nos plantamos con veintitantos o treinta y pocos y cuando
nos damos cuenta tenemos ya dos hijos y demasiadas responsabilidades como para
hacernos cargo sólo de nosotros mismos y disfrutar.
Y ya veremos en el futuro, si después de tantos años de trabajo cotizando nos queda algo para poder sobrevivir.
En fin señores, sólo os planteo una reflexión, creo que nos
merecemos por lo menos un ya se verá.
En nosotros está la solución, en
sincerarnos con nosotros mismos y en ver si lo que nos rodea nos hace sentir
bien, si es lo que quieren para nosotros o es lo que realmente queremos y si
nos hace daño o nos hace ser mejores, sin seguir patrones ni hacer caso a todo
quisqui menos a ti mismo. Escúchate, mímate y quiere lo mejor de lo mejor para
ti, que es la única forma de conseguir lo que uno quiere. Nadie lo va a hacer
por ti y quien te quiere lo entenderá. Tienes que agradarte a ti mismo, no a
los demás.
¿Os va a estallar la cabeza? ¡Espero que no!
Mi consejo es si tienes dudas, haz siempre lo que sientas en
tu corazón, debas o no, te digan lo que te digan porque en el peor de los
casos, se aprende.
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